Bueno, que me ha ganado en el corazón ya no tengo dudas. Todo lo que hago en la vida pasa por mis sentimientos, de otra manera, no me sirve.
Yo que venía de la pastelería, de pensar que no hay nada más sensual que el amasado a mano de un bollo de masa, de lanzar harina sobre la mesada, del chocolate fundido y su mágico templado, de los olores de la vainilla en rama, del agua de azahar, del bizcochuelo, la untuosidad de la manteca y la liviandad de un merengue recién preparado...
Resulta que me encontré a principio de año frente a un trozo de barro, algo desconocido, inhóspito, maloliente, pegajoso, oscuro...
En la primera clase me preguntaron por qué venía a estudiar, franca y bestia como siempre contesté "para ganar plata" y era verdad.
Al principio con ese pedazo de barro me estuve peleando, no nos entendíamos, no nos llevábamos bien, el tipo no me daba bola, me hacía enojar... una de las profesoras cuando me pescó que lo tenía a los golpes para centrarlo en el torno exclamó "pobrecito! no lo maltrates" como respuesta viseral le dije "no puedo enamorarme de un pedazo de barro" ante la risa de los compañeros, se puso seria y me contestó: "te entiendo, ya vas a hacer contacto"... (¡Como si me estuvieran hablando de ET!) y tenía razón: hice contacto.
De a poco nos fuimos entendiendo, de a poco ese pedazo de barro sabe lo que quieren mis manos y lo que se dibuja dentro de mi cabeza, se deja. Regreso a casa con la imagen dando vueltas. Nos empezamos a llevar bien, dejó que lo pescara al rojo vivo, incandescente y brillante dentro del horno, me hizo renegar con algunas roturas y estropicios, dejó que lo amasara, que lo creara a partir del polvo, lo toqueteara, lo diera vueltas, lo pintarrajeara, lo estrellara, lo transformara, deja que escuche su sonoridad y me sorprende cada vez su metamorfosis gracias al fuego... Debo admitirlo, lo mío no fue un amor a primera vista, pero sí a segunda o tercera. Y voy por más.
©Vero, 27 de Julio de 2008